Hay que admitir que siempre que encaramos
una película basada en una novela, y más si esta es de un escritor tan
sobresaliente como Stephen King, se corre el riesgo de que el film no
satisfaga al espectador. De eso no hay duda. Sin embargo en 1408 este no
es el caso. La cinta está a la altura del manuscrito del escritor
estadounidense.
Es cierto
que el film se basa en una habitación de hotel, la 1408, en la que
suceden fenómenos paranormales. A dicho enclave, al hotel Dolphin,
llegará el investigador en este tipo de fenómenos Mike Enslin a
demostrar que todas las leyendas y habladurías que existen sobre esta misteriosa
habitación son meras patrañas.
Sin embargo
a pesar de su escepticismo algo empieza a suceder en aquella habitación. Será
en ese preciso instante cuando el protagonista recuerda el expediente que el
gerente del hotel, Gerard Olin, interpretado por el gran Samuel L. Jackson,
le entregó y en el que se contaba la historia de las 56 personas que habían
fallecido en la 1408. Por último, hay que decir, que el final de la trama es
sobrecogedor. Un final que rompe con las tónica general de la película para
entrar de lleno en el plano psicológico.
En esta
cinta hay que destacar, por encima de todo, incluso de la interpretación de los
actores, los efectos especiales. Es cierto que el principal protagonista, el
señor Enslin está realmente acertado pero, sin lugar a dudas, la recreación que
se hace de las diferentes apariciones, de los fenómenos poltergeist
y demás es extraordinario. No caen en el recurso simple, y muy común en
multitud de películas del género, de la exageración sin ningún tipo de
necesidad. Son momentos simples, es cierto, pero lo suficientemente impactantes
para el espectador como para preguntarse si, en realidad, ellos podrían vivir
una situación parecida.
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